Suma de Cuadrados

Alexandra Swain
3 min readApr 4, 2022

– Mi amor, ¿no te has ido al Ágora todavía? –

– No mamá, no voy a ir. –

– Ni si quiera te has puesto tu toga… ¿qué pasa? –

– Nada, no tengo ganas de ir no más. Me voy a quedar acá leyendo a Sappho. –

– ¿A ella? No podía ser Esquilo, tenía que ser esa niñita que anda paseándose y pensando por ella misma. Necesita un marido que la mantenga preñada. –

– Mamáaaaa…– suspira Pitágoras mientras se levanta de su cama removiendo rollos de pergamino de su escritorio buscando la última edición de los poemas de Sappho.

– Qué se cree ella, sola en Lesbos…–

– Mamá, no entiendes, ella es artista. –

– Por muy artista que sea no significa que tengas que quedarte acá todo el día en vez de ir al Ágora. –

– Ya te dije que no voy a ir. –

– ¿Pasó algo? –

– No mama, no quiero ir no más. –

– Pitágoras, lo que sea que haya pasado me puedes contar. –

– Quieren un teorema nuevo. –

– ¿Qué significa eso? –

– Que quieren uno nuevo, uno diferente. –

– ¿Diferente al de los catetos? Pero si ese salió tan lindo…–

– Si, quieren otro. ¿Qué pasa si no puedo escribir otro? Estoy pensando en encontrar una manera de contradecir mi propio teorema para que no sigan con esto. –

– ¿No quieres ir al Ágora porque se ríen de ti? –

– Mamáaaa, no entiendes. — Pitágoras se vuelve a parar de donde se había sentado en su cama, agarrándose el pelo y tirando sin verdadera fuerza, solo lo suficiente como para necesitar peinarse si vuelve a salir de la casa. — No se burlan, ¡me aman! –

– Pero eso está bien mi amor. –

– ¡No mamá! No puedo con esto. No puedo ir al Ágora, o al mercado, o al Partenón tranquilo. No puedo ir ni a la esquina a comprar aceitunas sin que alguien me pida que firme sus tabletas o me grite “¡3,4,5!” –

– ¿3, 4, 5? –

– Es una terna pitagórica, no lo vas a entender…–

– ¿Pitagórica? — Se ríe su madre.

– ¡Sí! ¿Ves? Hasta inventaron una palabra para referirse a cosas relacionadas conmigo, ¿quién hace eso? –

Pitágoras se acerca a su ventana, sus dedos casi blancos por la fuerza con que agarra el marco de la misma. Su cabeza gacha mira las plantas en el jardín, creciendo en espirales concéntricos, cada flor un fractal en sí misma, el jardín completo un fractal gigante. Quién sabe, tal vez Atenas completo sea un fractal…

– ¿Qué pasa si no descubro nada más? Si mi teorema solo sirve para calcular áreas de triángulos, para encontrar el lado alfa. ¿Qué pasa después cuando los niños tengan que aprender aritméticas y geometría en el colegio? “Apréndanse el teorema de Pitágoras” les van a decir los maestros, me ¡van a odiar mamá! –

– No puedes pensar así hijo, piensa en todas las cosas para las que va a servir. –

– Tal vez no sirve para nada, solo para hacer triángulos. Me voy a ir de Atenas. A algún lugar donde nadie me conozca, a Creta o a Alejandría. –

– Hijo, no seas dramático, no es tan terrible. Y quien sabe, tal vez en un par de semanas se les olvide. –

– ¿Se les olvide? ¡Todo ese trabajo por nada! Dediqué años para desarrollar el teorema ¿para que después se les olvide? –

– Por Zeus, ¿quién te entiende? –

Con eso, la madre de Pitágoras se da vuelta y comienza a retirarse.

– Si te vas a quedar acá todo el día, ordena tu pieza por favor. –

– Mamáaaaaaa…– le dice Pitágoras sin despegarse de la ventana. — ¡Mamá, la puerta! –

--

--

Alexandra Swain

Chilean writer based in Brighton // Escritora chilena en Brighton